— Bienvenido(a). ¿Así que eres el(la) Arisen? He oído rumores. Devyn, a tu servicio. Era médica antes de coger las tijeras de peluquera. Con la llegada del dragón, seguramente haría más negocio si volviera a hacer de matasanos… En fin.
— Se dice que estás ascendiendo muy rápido en la corte. Así que ahora vas a necesitar un aspecto más elegante, ¿eh? ¿Qué me dices si empezamos con ese pelo?
— Haráis bien en cuidar tu aspecto, Arisen. Un sabio dijo una vez que el porte hace al hombre.
— Dicen que las apariencias engañan, pero las primeras impresiones son las que cuentan, ¿no?
— ¿La Salvación? Sí, últimamente he oído bastante ese nombre. Y, además, no eres el primero que me pregunta. Un forastero aquí en Gran Soren me preguntó, un masón. Ah, no, ese era su nombre. Exacto, Mason.
— Todas las miradas están puestas en ti, Arisen. ¿Por qué no darles algo digno de contemplar? Eres una persona seria. Podrías darle un toque de fantasía a tu porte.
— Sí, corren tiempos aciagos, pero este trabajo pesado es peor que cualquier dragón. No podemos cambiar el destino, pero podemos cambiar de peinado, ¿no? ¡Hay que disfrutar de la vida mientras dure!
— ¿Entonces? ¿Te gusta mi establecimiento, Arisen?